“Cuando se ama la vida, no hay temor a la muerte”. Era la afirmación que hacía un querido amigo, que defendió con su propia integridad “territorio comunal”.

Personalmente lo llegué a entender y aceptar, recordando lo que se sabe de antiguas culturas en la nación y el continente, como lo explican para nosotrxs eminentes y sensibles estudiosos: “La muerte, en la concepción indígena, implica evolución. El individuo que muere ha perdido ataduras con lo material; ha aprendido de la vida tanto en lo espiritual, como en lo material. Sus descendientes harán lo mismo, la misma espiral y esto nos conlleva a un progreso continuo e infinito. De esta espiral surgió la sentencia de los antiguos: la misión de la vida es aprender, crear y trascender”, escribía Xuchitl Vázquez.

Y así como lo concebía

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