CDMX. En un solo golpe de timón, la presidenta Claudia Sheinbaum marcó la cancha: México no admite cañonazos en su patio trasero ni castigos aéreos por decisiones soberanas.

“México no es piñata de nadie”, sentenció, y con esa frase resumió dos frentes abiertos con Washington que, aunque distintos, huelen a la misma lógica imperial: actuar primero y avisar después. Primero, los ataques navales.

Ocho muertos y un náufrago fantasma a 800 kilómetros de Acapulco evidencian que la Marina estadunidense dispara antes de coordinar.

Sheinbaum exigió volver al protocolo probado: si ven una lancha sospechosa en aguas internacionales, avisan; la Secretaría de Marina (Semar) detiene; nadie muere.

El canciller De la Fuente y el almirante Morales citaron al embajador Johnson para recordarle que la c

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