Hoy asistimos azorados e incrédulos, para la gran mayoría que no están internalizados en la problemática del narcotráfico internacional y sus redes criminales, como Rio de Janeiro se ha convertido en una zona bélica y donde el imperio de la ley es escaso.

El crimen organizado brasileño no es un fenómeno aislado ni estrictamente nacional. Desde las cárceles de Río y São Paulo, cuatro organizaciones —Comando Vermelho (CV), Primeiro Comando da Capital (PCC), Família do Norte (FDN) y Tercer Comando Puro (TCP)— se han expandido sobre el vacío estatal y la porosidad fronteriza, construyendo un poder económico y territorial que trasciende los límites de Brasil.

Su influencia se siente ya en Bolivia, Paraguay, Uruguay y Argentina, donde las rutas del narcotráfico y del contrabando de armas los c

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