A fines de los ’90 y principios de los ’2000, cuando el país atravesaba la recordada crisis económica, en los barrios y en las villas porteñas comenzó a gestarse lo que se conoció como cumbia villera.
Si bien musicalmente tenía un estilo similar al de la cumbia colombiana y norteña, su diferencial fue el contenido testimonial de las letras.
En el caso de Pibes Chorros, el grupo se salió con una carta de presentación contundente: dos temas que los caracterizarían en el resto de sus álbumes, Sentimiento villero y Llegamos los pibes chorros.
Las letras hablaban de la vida en la villa –con delincuencia, drogas, baile, el destino de la prisión y varios flagelos que siguen vigentes hasta hoy–.
El éxito fue total y la cumbia villera sonó en todo el país. 25 años después, es fácil reconocer qu

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