El horror más despiadado tomó varias formas esta semana en Sudán: de un anciano tembloroso que entrega sus pertenencias a un niño soldado, de apenas diez u once años, quien tras revisar el fardo levanta su kaláshnivov y lo asesina a sangre fría. De un grupo de soldados que se graba con el móvil mientras ejecuta a una docena de civiles atados de pies y manos que suplican por su vida. De uniformados que obligan a un chico a colocarse delante de las ruedas de un camión y le pasan por encima. De mujeres ahorcadas en árboles, de ejecuciones sumarias puerta por puerta, de cientos de cuerpos amontonados en fosas comunes…

Sudán escribió esta semana uno de los capítulos más negros de su historia reciente y reabre el temor a un nuevo genocidio en la región. Tras más de 18 meses de sitio, con un blo

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