En cada noviembre, cuando la ciudad parece respirar más lento y el sol cae oblicuo sobre las tribunas inmensas del Monumental, Lima volverá a ser el centro del continente. Flamengo y Palmeiras, dos colosos de la fe futbolística brasileña, dos clubes que cargan historias que pesan como catedrales, disputarán la final de la Copa Libertadores este 29 de noviembre en el estadio de la ‘U’. No será solo un partido: será el choque de dos formas de entender el juego, el duelo entre un Flamengo que vive entre la exuberancia y la presión perpetua, y un Palmeiras que ha hecho de la precisión y el temple una religión moderna. La ciudad se prepara para recibirlos como se espera a las visitas que marcan épocas: con ruido, con tensión y con la sensación inevitable de que, esa noche, el balón decidirá alg

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