Una cosa que conviene saber acerca de Kelly Reichardt es que siente debilidad por los perdedores; la directora viva más importante de Estados Unidos siempre centra su cine en personajes marginales y extraviados en su búsqueda del Sueño Americano, como el hippie trasnochado que coprotagoniza ‘Old Joy’ (2006) o la estoica vagabunda a la que Michelle Williams interpretó en ‘Wendy y Lucy’ (2008). Otro dato sobre ella es su proclividad a tomar géneros cinematográficos y deconstruirlos meticulosamente fijándose menos en sus convenciones que en los detalles, las texturas y los ritmos de la vida real; así lo demuestran sus wésterns ‘Meek’s Cutoff’ (2011) y ‘First Cow’ (2019), su intriga ecoterrorista ‘Night Moves’ (2013) y ahora su noveno largometraje, ‘The Mastermind’, insólita aproximación

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