Nos quejamos del calor, sin saber lo rudo que es el frio. Con razón es lo más semejante a la muerte, al paso de su aliento las hojas caen y lo grande se pone chiquito, casi desapareciendo. Saben a qué me refiero, ¿verdad?

Semeja una fuerza opresiva, de la que no puedes esconderte. Le ponemos paliativos: una chimenea, la calefacción a gas, cerros de ropa, montañas de colcha, radiadores eléctricos, atenuando su furor por momentos, pero al retornar a la calle, busca cualquier franja de piel o hendidura corporal y por allí se mete.

Lo curioso es que todavía estamos en verano en España, termina oficialmente el 21 de septiembre y de noche es menester cerrar las dos ventanas corredizas superpuestas, que emplean en numerosas casas y ponen una doble pared al aire gélido. .

A los deltanos nos la

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