Parece que el pasado tiene mejor marketing que el presente. Cada año, los noventa y los dos mil vuelven a las pasarelas, a las playlists, a las series y hasta a los peinados. Vivimos un eterno revival que se disfraza de tendencia, pero en realidad es una especie de refugio colectivo. La nostalgia se volvió el idioma emocional de una generación que ya no confía tanto en el futuro.
No es casualidad. Antes, cada década tenía su propio sonido, su estética, su espíritu. Hoy todo parece mezclado, sin identidad definida. El presente se siente tan saturado de información que no logra generar una huella emocional fuerte. Entonces, en lugar de crear nuevos recuerdos, reciclamos los viejos. Es más fácil amar lo que ya conocemos que arriesgarnos a sentir algo nuevo.
La nostalgia funciona como una

HSB Noticias

The Babylon Bee
Mediaite