“No aclares que oscurece”, dice el viejo refrán, y el RENIEC acaba de darle una lección práctica al país. En su afán por “transparentar” el padrón electoral, la entidad ha cometido un error monumental: exponer los datos personales de 27 millones de peruanos. Sí, en nombre de la transparencia, se vulneró la privacidad de casi toda la Nación.
En un país donde la delincuencia organizada, el sicariato y la extorsión son parte del paisaje cotidiano, permitir que cualquiera acceda con un simple clic a nombres, direcciones y números de DNI es una irresponsabilidad mayúscula. Lejos de proteger la identidad de los ciudadanos, el RENIEC los ha dejado a merced de quienes viven del delito.
Lo más indignante es la reacción de la institución: minimizar el escándalo. Con una frialdad burocrática, el RE

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