Donald Trump acudió a Corea para recibir tributo y, cien minutos antes de regresar a EE.UU., para estrechar la mano de Xi Jinping, con efectos balsámicos. Pero en la histórica ciudad de Gyeongju, anfitriona de la cumbre de países de Asia-Pacífico (APEC) que empezó este viernes y concluye mañana, el único emperador era este último. Xi ha aprovechado la ausencia de su homólogo estadounidense -y del ruso Vladimir Putin, que no acude desde la cita de 2017 en Vietnam- para atraer todos los focos. Erigiéndose así en vertebrador de esta asociación de veintiún miembros de ambas orillas de aquel océano. No solo por su peso específico, sino también por su defensa de la apertura de mercados, la libertad de navegación y las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Ese tipo de discurso que

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