Hace tres días, un año después de aquel aciago 29 de octubre, se celebró en Valencia el funeral colectivo por las 237 víctimas mortales de la Dana. El dolor y la rabia de los familiares de los fallecidos eran casi tangibles; por eso sorprendió tanto su encomiable ejercicio de contención. Al acto acudieron los máximos responsables del país: los reyes, el presidente del Gobierno, ministros, el presidente de la Generalitat…, supongo que ninguno satisfecho, tras un año de gestión donde las instituciones no han sido capaces de coordinarse, de trabajar en equipo y de cubrir las necesidades de los afectados. Me consta que los reyes, cuya única misión es la de proporcionar consuelo y cercanía, se volcaron en el cariño con las personas congregadas, pero no me cabe duda de que, tanto las impecables
La contención
LA RAZÓN Opinión10/31
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