El 1 de noviembre de 2005, los Mossos d'Esquadra asumen oficialmente las competencias de seguridad ciudadana en la capital catalana, relevando a la Policía Nacional en una operación que culmina el proceso de despliegue iniciado años atrás. Con esta medida, la policía autonómica pasa a encargarse de funciones clave como la prevención del delito, el control del orden público y la atención a emergencias, consolidando su papel como cuerpo de referencia en Cataluña. El traspaso se realiza en coordinación con las autoridades estatales y autonómicas, en un contexto marcado por la apuesta por la descentralización y el fortalecimiento de las instituciones propias.

El cambio supone un hito en la historia de la seguridad en Cataluña, al completar la sustitución de competencias en Barcelona, la últ

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