El pasaje de la justicia inquisitiva, escrita y secreta a la justicia oral por audiencias es ya un punto de partida indiscutible en nuestro país. Las ventajas de la oralidad son ampliamente reconocidas: agiliza los tiempos del proceso penal, transparenta las decisiones judiciales, garantiza la publicidad y permite una mejor calidad de litigio, lo que se traduce en una mejora en la calidad de justicia.

Las audiencias orales permiten que los conflictos se traduzcan en palabras y que los jueces y juezas decidan ya no en sus despachos judiciales, sino de cara a las víctimas, a las personas imputadas y a la sociedad. Por eso, desde el INECIP quisimos tratar de responder a una pregunta muy sencilla pero que entendemos clave para poder evaluar el buen funcionamiento de la justicia penal: ¿cu

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