El estruendo de la maquinaria pesada, el zumbido de motosierras y el ruido de los machetes resonaban en comunidades del norte del Caribe el jueves mientras se afanaban por recuperarse de la destrucción causada por el huracán Melissa y evaluaban los daños dejados a su paso.

En Jamaica, trabajadores gubernamentales y vecinos comenzaron a despejar las carreteras para llegar a docenas de comunidades aisladas en el sureste de la isla, las cuales sufrieron el impacto directo de una de las tormentas más poderosas jamás registradas en el Atlántico.

Residentes atónitos deambulaban, algunos mirando sus casas sin techo y sus pertenencias empapadas esparcidas a su alrededor.

"Ahora no tengo casa", señaló Sylvester Guthrie, residente de la localidad jamaicana de Lacovia, en el municipio sureño de St

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