Sin alcanzar el grado de optimismo que tenía hace algunos meses, cuando alardeaba con que el 26 de octubre pintaría todo el mapa argentino de color violeta, Javier Milei había recuperado la confianza los últimos días, a tal punto que le aseguraba a todo aquel que se le acercara que iba a ganar estas elecciones legislativas.
¿Qué se entendía por ganar? Dando a priori por perdidas las elecciones en el principal distrito del país -la provincia de Buenos Aires, que acumula el 37% de los votantes-, el Presidente se ilusionaba al menos con ganar en todos los distritos en que tenía grandes chances -Ciudad de Buenos Aires, Mendoza y Entre Ríos, para empezar-, y sumar al menos una de dos provincias grandes y probables: Córdoba o Santa Fe.
Además de la sumatoria del total, cosa en la que corría co

La Tercera

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