Trump emprendió en abril su segunda guerra comercial contra China para corregir de una vez por todas una relación desequilibrada que había castigado Estados Unidos durante décadas. China, entonces, le compraba soja y le vendía minerales raros. Trump cantó victoria esta semana tras el “fantástico” acuerdo arrancado tras reunirse con Xi : China le volvería a comprar soja y vender minerales raros. Es el éxito muy maleable para Trump.
Han sido siete meses de turbulencias y muros arancelarios que han alterado unos intercambios bilaterales de 659 mil millones de dólares anuales y tensado las cadenas de suministro globales. También han confirmado lo que Pekín y los expertos ya habían advertido: que no hay ganadores en una guerra comercial sino perdedores en diferente grado . Y

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