En Teba , un pequeño municipio del interior de Málaga , un equipo de arqueólogos ha sacado a la luz un monumento funerario que llevaba más de cinco mil años bajo tierra. Lo que parecía una elevación del terreno era en realidad una tumba megalítica perfectamente conservada, sellada por el paso del tiempo. El hallazgo, liderado por la Universidad de Cádiz , ha sido calificado por los expertos como uno de los más importantes de las últimas décadas en Andalucía . No sólo por su antigüedad, sino por su estado de conservación.
El llamado Dolmen I de La Lentejuela se ha mantenido intacto gracias a un túmulo de tierra y piedra que lo protegió del clima y de la acción humana durante milenios. Al abrirla, los arqueólogos se encontraron con restos humanos , objetos rituales y materiales que apuntan a un nivel de complejidad social mucho mayor del que se pensaba. Algunos ya lo definen como la puerta del tiempo”, término que es del todo comprensible ya que no es una tumba antigua más. Con todo lo hallado se convierte en un testimonio directo de quienes vivieron en estas tierras hace más de cinco mil años. Al observar todo lo que se ha hallado, los muros, los ajuares, y todo lo demás, se viaja en el tiempo y se descubre más de una época que si no fuera por descubrimientos como este sería toda una incógnita.
Aparece en Málaga un dolmen oculto durante 5.000 años
Lo que han encontrado en Teba va mucho más allá de una simple construcción de piedra. Es una galería funeraria de unos 13 metros de largo, formada por enormes losas colocadas en vertical que, en algunos tramos, superan los dos metros de altura . Todo el conjunto estaba cubierto originalmente por losas horizontales, y encima de ellas, un túmulo de tierra y piedras que lo sellaba por completo. Gracias a esa cubierta, el interior se ha mantenido en un estado de conservación casi perfecto, algo poco habitual en este tipo de yacimientos.
Este tipo de arquitectura funeraria es propia de la Edad del Cobre , un periodo en el que las comunidades empezaron a organizarse en torno a líderes, a desarrollar el comercio y a ritualizar de forma compleja el momento de la muerte. Lo que demuestra este dolmen es que esas sociedades no eran primitivas ni improvisadas. Tenían estructuras sociales y espirituales muy definidas. De hecho, el dolmen fue utilizado durante varias generaciones, lo que sugiere un lugar sagrado, posiblemente vinculado a linajes concretos o figuras de prestigio.
Lo que escondía la cámara funeraria
Durante las excavaciones, que se han prolongado durante cuatro campañas distintas, el equipo fue sacando a la luz algo más que una tumba . Lo que encontraron demuestra que este espacio no se utilizó una sola vez, ni para un único enterramiento. Al contrario: todo apunta a que fue un lugar al que se volvió, generación tras generación. Allí se fueron depositando cuerpos y ofrendas con un sentido claramente ritual. Dentro del dolmen aparecieron varios osarios y, junto a ellos, objetos que llaman la atención por su variedad y por su valor simbólico: puntas de flecha, láminas de sílex, y piezas decorativas elaboradas con materiales que no son propios de esta zona.
Algunos de esos elementos son especialmente llamativos . Hablamos de piezas de marfil, fragmentos de ámbar y conchas marinas. ¿Qué hacían allí, tan lejos del mar? La respuesta parece clara: estos objetos llegaron hasta Teba a través de redes de intercambio que unían a pueblos muy distantes entre sí. Las conchas, por ejemplo, habrían recorrido kilómetros desde la costa hasta ese punto del interior, probablemente como parte de un trueque con un valor más simbólico que práctico. Tener un objeto llegado desde lejos era, en cierta forma, una forma de destacar. El marfil (que podría proceder de África o del Mediterráneo oriental) refuerza aún más la idea de que estas comunidades no estaban aisladas, ni mucho menos.
Creencias, ritos y simbolismo en cada detalle
Lo más fascinante de este hallazgo no son sólo las piedras ni los objetos. Es lo que esos elementos nos cuentan de la mentalidad de aquellas comunidades. El dolmen no era un simple cementerio ; era un espacio ritual cargado de simbolismo. El hecho de que se reutilizara durante siglos apunta a una conexión espiritual con los antepasados. Enterrarse allí, junto a los suyos, era una forma de mantener viva una identidad colectiva.
También se ha analizado la orientación de la tumba, la distribución de los cuerpos y la relación entre los objetos hallados . Todo ello permite inferir que estas sociedades tenían una cosmovisión muy desarrollada, donde la muerte no era un final, sino una transición. Como ha señalado uno de los arqueólogos, abrir este dolmen ha sido como entrar directamente en otra época. De ahí que muchos ya lo llamen puerta del tiempo.
Un nuevo referente para la arqueología andaluza
Este hallazgo sitúa a Teba en el mapa del megalitismo europeo, junto a lugares tan conocidos como Antequera o Gorafe. La necrópolis de La Lentejuela, donde se ubica el dolmen, podría formar parte de un conjunto mucho mayor aún por estudiar . El equipo de investigación cree que podrían existir otras tumbas o estructuras similares bajo tierra, y no descartan seguir excavando en campañas futuras.
Desde la Universidad de Cádiz, ya se trabaja en la difusión científica de los datos obtenidos. Pero también en su protección. La Junta de Andalucía está valorando declarar el enclave como Bien de Interés Cultural, y no se descarta que en los próximos años se habilite un recorrido visitable.

OKDIARIO Estados Unidos
The Week Politics
AlterNet
The List
Bozeman Daily Chronicle Sports