En el calendario litúrgico de la Iglesia Católica, el 1 de noviembre se erige como un faro de esperanza y reflexión espiritual. Es elDía de Todos los Santos, una solemnidad que invita a los fieles a elevar la mirada hacia el cielo, recordando no solo a los grandes nombres canonizados por la historia eclesiástica, sino también a esos innumerables héroes anónimos cuya santidad brilla en la eternidad. Como cronista que ha visto innumerables eventos religiosos a lo largo de los años, siempre me ha fascinado cómo esta fecha entrelaza lo divino con lo humano, lo eterno con lo efímero. En un mundo acelerado por la tecnología y el consumismo, este día nos obliga a pausar y contemplar el significado profundo de la santidad. Pero, ¿de dónde surge esta celebración? ¿Por qué se fija en esta fecha prec

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