Las plantas del desierto muestran una capacidad singular para sobrevivir en condiciones extremas. Su aspecto disperso y sus extensas áreas de suelo desnudo transmiten una imagen de aislamiento, aunque detrás de esa apariencia existe un orden oculto. Esa disposición no es fruto del azar, sino el resultado de estrategias que permiten aprovechar con precisión cada gota de agua disponible .
La observación detenida de grandes extensiones áridas revela una regularidad que escapa al ojo humano, un entramado que determina la vida vegetal en esas regiones y que ha despertado el interés de la comunidad científica.
Las regiones áridas esconden un orden natural que equilibra la vida entre el sol y la escasez
Un estudio publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) describe cómo la vegetación de los desiertos del planeta tiende a organizarse siguiendo un patrón denominado “hiperuniformidad desordenada” . Este concepto, tomado de la física, explica la forma en que los arbustos y hierbas de zonas áridas se distribuyen con una sorprendente regularidad a gran escala, a pesar de parecer aleatorios cuando se observan de cerca. Los investigadores analizaron imágenes de 425 áreas áridas en varios continentes y constataron que aproximadamente una de cada diez mostraba esta estructura oculta.
La idea puede visualizarse imaginando una multitud que busca mantener cierta distancia personal sin seguir filas exactas. Cada individuo ocupa su sitio sin formar una cuadrícula, pero el conjunto conserva una densidad constante. En los desiertos ocurre algo similar: las plantas parecen dispersas, aunque su distribución se mantiene estable cuando se mide sobre extensiones de entre 50 y 500 metros. Esa estabilidad crea lo que los científicos denominan hiperuniformidad desordenada.

El concepto nació en los laboratorios de física a comienzos del siglo XXI, cuando se observó en materiales y cristales un comportamiento que combinaba aparente desorden con regularidad interna. La novedad del trabajo dirigido por Wensi Hu , de la Universidad de Nankín, es haber detectado el mismo principio en paisajes completos . Según explicó, el hallazgo demuestra que los ecosistemas áridos pueden compartir propiedades con sistemas físicos que se autoorganizan sin intervención externa .
Para comprobarlo, el equipo recurrió a un análisis estadístico basado en fluctuaciones de densidad en lugar de simples distancias entre plantas. Esta técnica permitió detectar la uniformidad de la vegetación en regiones de Australia, África o América. Lijuan Cui , de la Academia China de Silvicultura, afirmó que esa regularidad “permanece invisible para el ojo humano y solo aparece cuando se estudia la variación de densidad a gran escala ”.
La misma estructura que protege frente a la sequía también ralentiza la recuperación tras un cambio brusco
Los autores atribuyen este comportamiento a una combinación de cooperación y competencia. Las plantas cercanas pueden proteger el suelo del sol o del viento, mientras las más alejadas extienden raíces profundas para captar agua . Ese equilibrio acaba generando una estructura espacial estable . El modelo matemático utilizado por el grupo de investigación mostró que este tipo de organización mejora la retención de humedad y amplía el rango de aridez en que las comunidades vegetales pueden mantenerse activas.
El fenómeno también tiene un componente histórico. Al morir, las plantas dejan un suelo más fértil que favorece la germinación de nuevas semillas en el mismo punto. Con el paso del tiempo, este ciclo de renovación crea un mosaico que refuerza la eficiencia del sistema . Según Ricard Solé , de la Universitat Pompeu Fabra, “ese legado ecológico funciona como un proceso de reorganización aleatoria que, al repetirse, produce una estructura resistente”.

Los investigadores comprobaron que esta disposición permite aprovechar el agua de forma más eficiente . En este sentido, Miguel Berdugo , de la Universidad Complutense de Madrid, señaló que “esta organización colectiva incrementa la densidad de vegetación y permite mantenerla incluso en condiciones extremas ”. Sin embargo, los autores destacan una consecuencia importante: la misma estabilidad que favorece la supervivencia también retrasa la recuperación tras una perturbación .
Sonia Kéfi , de la Universidad de Montpellier, explic ó que “la formación de ese orden oculto requiere tiempo y, una vez alterado, la restauración avanza con lentitud ”. Asimismo, Manuel Delgado-Baquerizo , del Instituto de Recursos Naturales y Agrobiología de Sevilla, añadió que “aproximadamente uno de cada diez desiertos estudiados presenta este patrón , lo que demuestra su extensión global”.
El descubrimiento muestra que los ecosistemas áridos poseen una arquitectura invisible que les permite persistir frente a la escasez de agua. Esa misma organización, sin embargo, los hace vulnerables a los cambios bruscos. Conocer su estructura ayuda a entender cómo se mantiene el equilibrio en algunos de los paisajes más frágiles del planeta .

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