En tiempos de ruido, insulto y desconfianza, la palabra se ha vuelto un campo de batalla más que un espacio de encuentro. En Colombia, donde el verbo suele estar cargado de rabia o de cálculo, urge recuperar el poder creador del diálogo. La palabra puede destruir o puede construir país; todo depende de la intención que la acompaña.

El Tanque del Pensamiento nació precisamente de esa convicción: que el debate no debe ser un ring, sino una escuela de ciudadanía. Allí la palabra no busca imponer, sino comprender; no pretende vencer, sino convencer. Pensar juntos, desde la diferencia, es quizás el acto más patriótico que nos queda por recuperar.

Construir país desde la palabra exige renunciar a la comodidad del prejuicio y abrirnos a la posibilidad de escuchar. Cuando cada opinión se convier

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