La hipertensión arterial, un viejo conocido de la salud pública, podría estar infligiendo un daño mucho más profundo y silencioso de lo que se pensaba. Una investigación reciente ha desvelado que la presión sanguínea elevada amplifica la intensidad con la que late la sangre en los vasos más pequeños del cerebro, un martilleo constante que se agrava con el envejecimiento y que se postula como un factor clave en el deterioro cognitivo. Este fenómeno es especialmente acusado en la materia blanca profunda, una región cerebral fundamental para la comunicación entre distintas áreas . Esta condición, a menudo vinculada al estilo de vida, subraya la importancia de la dieta, pues existe una creciente evidencia científica sobre cómo ciertos .

De hecho, la fuerza desmedida de estas pulsaciones mic

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