Zaragoza pronto verá caer otro de sus edificios singulares. Este pasado viernes fue el último en servicio de la sede de Correos en la avenida Anselmo Clavé, un ejemplo de arquitectura brutalista en la capital aragonesa que, gustos aparte, es un trocito de historia de la ciudad que va a desaparecer bajo la acción de la piqueta. Este inmueble, que en paz descanse, se unirá así a una larguísima lista que es quizá la mayor vergüenza de Zaragoza como ciudad y que bien podría agruparse bajo el título Cómo cargarse tu propio patrimonio sin morir en el intento.
Recientemente han engrosado esta lista otros edificios como el convento de Jerusalén, junto a La Romareda, o el colegio Jesús y María , en la calle Cortes de Aragón, pero esta tradición zaragozana de acabar con sus edificios más

El Periódico de Aragón

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