Morelia, Michoacán.– En el panteón municipal, el silencio se mezcla con risas suaves y el murmullo de los recuerdos. Este 1 de noviembre, las familias se reunieron para rendir homenaje a los niños y niñas que partieron demasiado pronto, conocidos cariñosamente como “angelitos”.
Desde temprano, los pasillos del camposanto se llenaron de color. Entre flores de cempasúchil, velas encendidas, dulces y pequeños juguetes, los altares cobran vida como puentes entre dos mundos: el de los vivos y el de aquellos pequeños que, según la tradición, regresan por un día para reencontrarse con sus seres queridos.
Cada altar es una historia contada con amor: hay fotografías rodeadas de papel picado, platos con los alimentos favoritos de los niños y muñecos que esperan el regreso de sus dueños. Las manos

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