Las patatas bravas siguen presentes en las tabernas y han conquistado los gastrobares, aunque en muchos casos tuneadas y reforzadas por otras salsas complementarias. El arte de escoger y freír bien una patata merece su reconocimiento. El debate siempre llega con el grado de picante, que es innegociable, por eso se llaman bravas.

Nuevo local, «económico, pero que las prepara muy bien». El secreto «está en la salsa», cuyos ingredientes nunca quieren contar.

Interpretan «las de Sergi Arola», «se tornean, se vacían» y «se rellenan de una salsa casera bien picante».

Preparan «una versión clásica reinterpretada con acierto». Fritura «excepcional», con una salsa casera.

Es el «gran clásico», «el imprescindible en cualquier ruta de bravas». Suma «cincuenta años ofertando bravas».

Se presentan

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