El poder siempre utiliza la liturgia para su hipócrita mentira o farsa. La verdad no la necesita. El otro día veía el boato montado en el Vaticano con la visita del arzobispo de Canterbury y el rey Carlos III. O la propaganda de la monarquía española para promocionar a su heredera con motivo de los premios Princesa de Asturias. Contemplaba con vergüenza ajena el vodevil de Puigdemont en Perpinyà para su ya pesada amenaza lampedusiana de cambiar cosas para que todo siga igual.

El cesar Sánchez sabe que al catalán le importa poco lo estabilidad. Su único objetivo es su amnistía. Sabe que su pervivencia en el poder implica su regreso. Sus alcaldes se lo han puesto en bandeja, su apoyo a la política social comunista del Gobierno le perjudica. Desde el crecimiento de Aliança, entre otros facto

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