No hay palabras que puedan describir la atmósfera del funeral de Estado por las víctimas de la dana. 237 nombres y apellidos resonaron entre unas paredes sobre las que era imposible que hubiera eco. Retumbaron también los gritos contra el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, que escogió la opción más difícil- y no sé si la más correcta- de acudir a un acto al que ya le habían dicho que no era bienvenido.

El 29 de octubre de 2024 nuestra vida cambió. Ahora sabemos que la furia de una dana puede arrasar con todo lo que se le pase por delante, sabemos que vale más perder un día de trabajo que una vida. La cultura de la prevención ha penetrado en una sociedad que ya sabía mucho de fuertes lluvias por la vía de la tragedia.

El 29 de octubre de 2025 también cambiaron muchas cosas. Seamo

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