Allá por 1972, cuando le preguntaron al primer ministro chino Zhou Enlai qué pensaba de la Revolución Francesa, después de dudar un instante, respondió: “Todavía es demasiado pronto para poder decir algo al respecto”. La anécdota se extendió como mito —aunque algunos sostienen que fue un malentendido— por su eficacia para reflejar la noción del tiempo y el impacto de los hechos en la evolución de la historia.
La velocidad de la coyuntura, potenciada como nunca por el uso de la tecnología, genera burbujas de muerte y eternidad, de cambio y continuidad, de crisis y paz, en lapsos muy cortos. La sobreinterpretación de los sucesos, el ímpetu de predecir qué va a pasar en base a lo ocurrido, es un ejercicio que rápidamente se vuelve una mala caricatura. Eso pasa, por ejemplo, con los resultado

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