La Región de Murcia vuelve a vivir su particular sequía política e hidráulica. No es que no llueva —que tampoco sobra agua—, sino que cada vez llegan más nubarrones desde los despachos de Madrid. El Trasvase Tajo-Segura, pulmón del regadío del sureste, vuelve a encogerse bajo el peso de los caudales ecológicos; y, como si fuera poco, a partir de 2027 también se prevé limitar el uso de aguas subterráneas. El presidente del SCRATS, Lucas Jiménez, lo ha dicho sin rodeos: "si no se blinda el pozo, se acaba el riego". No es una metáfora. Es una advertencia.
El Tribunal Supremo ha confirmado recientemente los caudales ecológicos fijados en el Tajo, lo que implica menos agua transferible hacia el Segura. El Ministerio de Transición Ecológica, mientras tanto, asegura que adaptará las reglas de ex

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