Andrés Calamaro se asoma al balcón que da sobre la Plaza Francia. Es mediodía, pero las lámparas de vidrio ámbar de la habitación del hotel siguen encendidas y llenan las paredes de sombras amarillas. La brisa de la calle huele a río mientras remueve los puchos en el cenicero. Calamaro se da vuelta, acaricia los rulos mientras me mira y dice: “ Somos muy viejos para la revolución y muy jóvenes para la Internet . La generación sándwich”.
Fue en el otoño del 96, cuando todos teníamos treinta y pico y empezábamos a preguntarnos cómo iba a ser eso de crecer siendo la Generación X. La escena quedó suspendida en el tiempo, como una foto Polaroid un poco sepia: una mezcla de desconcierto y certeza. El futuro ya no era una promesa, sino un territorio que habría que aprender a habitar.
Los boom

Infobae

The Daily Beast
Providence Journal Sports
ScienceAlert en Español
FOX News
Raw Story
New York Post