Dicen que el amor de madre no tiene fronteras. Pero eso era antes de que la madre se llamara Verónica Alcocer y las fronteras las pusiera el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos .

No hay muro más alto que el de la Lista Clinton , esa cárcel digital donde no se entra por rejas, sino por código financiero, y de la que no se sale ni con discursos de paz total ni con vestidos Dior.

El progresismo llegó al paraíso… financiero

Para Verónica Alcocer ya no hay vuelos oficiales, ni cenas en embajadas, ni alfombras rojas que resistan el peso de una sanción internacional.

Ahora cada datáfono se convierte en fiscal y cada cajero automático en interrogador.

A Verónica no la encerraron en La Picota, sino en la nube: bloqueada por Visa, observada por Mastercard, rechazada por PayPal

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