La reciente consulta del Pacto Histórico, celebrada el 26 de octubre, ha encendido alarmas en el panorama político colombiano. Este evento no es solo un detalle electoral; es un claro indicativo de la dirección que podría tomar el país y quiénes están al mando. La figura de Gustavo Petro, lejos de estar debilitada, se muestra organizada y decidida a mantenerse en el poder, respaldada por grupos armados que controlan amplias zonas del territorio nacional.

A pesar de un gobierno en crisis y un desprestigio evidente, el Pacto Histórico logró casi tres millones de votos en una consulta sin la presencia de Petro en la boleta. Este resultado es una demostración de fuerza y una clara señal de que la extrema izquierda aún tiene una base sólida y una maquinaria política activa. La situación se complica aún más con la acusación de que Petro ha permitido la expansión de los carteles de droga y se ha alineado con regímenes autoritarios en la región.

El triunfo de Iván Cepeda en la consulta es significativo. Cepeda, considerado un aliado de los narcoterroristas de las Farc y defensor del ELN, representa la continuidad del petrismo. Su victoria es vista como un avance de la línea más radical del movimiento, que busca transformar el orden institucional y consolidar el control del poder judicial.

Mientras tanto, la oposición se encuentra fragmentada y desconectada, debatiendo en redes sociales mientras el petrismo avanza en el terreno político. La falta de una estrategia clara y un mensaje unificado pone en riesgo la capacidad de la oposición para contrarrestar el avance del petrismo. La situación actual exige una respuesta contundente y articulada de la oposición, que debe dejar de lado las disputas internas y enfocarse en proponer soluciones reales.

Los resultados de la consulta deben ser interpretados como un llamado de atención. El petrismo ha demostrado que, incluso en medio de sanciones internacionales y crisis internas, puede movilizar a las masas. La historia reciente de Venezuela sirve como advertencia sobre los peligros de un gobierno autoritario que busca consolidar su poder a través de una base social dependiente y un relato de odio de clases.

La oposición no puede seguir confiando en que el desprestigio de Petro será suficiente para derrotarlo en 2026. Es imperativo que se reaccione y se articule un mensaje fuerte que resuene con la ciudadanía. La falta de estrategia y cohesión en la oposición podría resultar en una repetición de los errores del pasado, con consecuencias aún más graves para el futuro del país.

El tiempo se agota. La izquierda radical está en marcha y Colombia no puede permitirse repetir el destino de Venezuela. La consulta del Pacto Histórico fue más que una simple primaria; fue un ensayo general de lo que está por venir. Si la oposición no despierta, el futuro electoral podría convertirse en una rendición ante un sucesor de Petro que esté aún más decidido a implementar un modelo socialista en el país. La situación es crítica y requiere una respuesta inmediata y efectiva.