El partido apenas había echado a rodar cuando se desató la primera sacudida. A los nueve minutos, Lamine Yamal, con esa calma impropia para su edad, ajustó un disparo preciso que adelantó al Barcelona y encendió el encuentro. Pero el verdadero momento de la tarde no llegó con ese gol, sino con el que firmó Ferran Torres más adelante.

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El delantero, oportuno y atento, culminó una jugada nacida de una recuperación alta en campo rival, con Fermín irrumpiendo en el área para dejarle el balón servido. Ferran solo tuvo que empujarla, pero lo importante vino después: levantó la camiseta y dejó ver otra, blanca, pegada al pecho, donde se leía un mensaje sencillo y conmove

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