No ha dejado duda la gobernadora, Maru Campos, de su estatus como máxima autoridad política del PAN, del PRI y del Movimiento Ciudadano en el estado; ha logrado también tapar con la cinta aislante de su meridiana claridad aquellas rendijas por donde intentaron colarse supuestos acuerdos cupulares hacia el 2027, contra los intereses blanquiazules en Chihuahua.
Para tranquilidad de panistas, priistas y naranjas, las dudas han sido despejadas en ambos sentidos, hay una gobernadora con el timón tan firmemente agarrado que ni propios ni aliados, ni aun contrarios, son capaces de cuestionar a la ligera su desempeño general; hasta los senadores Juan Carlos Loera y Andrea Chávez han tenido que bajar espuma al chocolate de sus inquinas cuando vieron que su jefa, la presidenta Claudia Sheinbaum, la

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