El mercado inmobiliario estadounidense ha estado atrapado en una creciente crisis de asequibilidad durante décadas. El problema empeoró drásticamente en los últimos años. Desde 2019, los precios de la vivienda subieron un 60% a nivel nacional. Un número récord de 22 millones de inquilinos están agobiados por los costos, gastando más del 30% de sus ingresos en vivienda.
Mientras tanto, el estancamiento de los salarios, la limitada oferta de viviendas y la escasa asistencia federal han contribuido a que más de 770,000 estadounidenses se queden sin hogar.
A pesar de estas diversas razones, el vicepresidente J. D. Vance atribuyó la crisis de asequibilidad de la vivienda a los migrantes indocumentados. En agosto de 2025, señaló que el aumento del costo de la vivienda se debía a la inmigración

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