¿Te pasa que, aunque cenes, no podés resistirte a los dulces o a algún snack a la noche? No es cuestión de falta de fuerza de voluntad: los antojos nocturnos suelen ser un reflejo de cómo alimentaste tu cuerpo durante el día.
Uno de los factores más comunes es saltarse comidas. Omitir el desayuno o el almuerzo puede parecer inofensivo, pero hace que tu cuerpo llegue con hambre acumulada a la noche. “Si no comés durante el día, tu cuerpo va a reclamar energía, y eso suele traducirse en antojos por carbohidratos y dulces”, explica Kaytee Hadley, nutricionista de medicina funcional.
Además, los cambios bruscos de azúcar en sangre aumentan las hormonas del estrés, haciendo que el apetito se descontrole. Por eso, comer cada 3 o 4 horas ayuda a mantener los niveles de energía estables y redu

 MINUTO NEUQUÉN

 AlterNet
 The List
 New York Post Opinion
 TODAY Pop Culture