Perseguir a los adictos al material de abuso sexual infantil no es sencillo. Se esconden tras identidades anónimas. Pululan en la Dark Web para pasar desapercibidos. Y suelen desconfiar de quienes tratan de penetrar en sus círculos de confianza. Aun así, dejan rastros. Esas pequeñas pistas son escudriñadas por los investigadores de los tres Grupos de Protección al Menor de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional. Estos agentes han visto casi de todo, pero nunca antes se habían encontrado con una aplicación diseñada “por y para la distribución de pornografía infantil”, según han avanzado a la SER fuentes policiales.
La app, llamada Mundo Capax , funcionaba en los teléfonos Android y Apple como un espacio cerrado de intercambio de archivos y mensajería instantánea,

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