En Un viaje a Termápolis , Eduardo J. Correa cuenta que los habitantes del barrio de Triana esperaban durante un año su fiesta patronal. Me quedo con esto: “la emoción un año esperada…”. Expresiones como esta me sugieren la idea de una ciudad apacible y silenciosa, y posiblemente hasta un poco aburrida; una urbe en la que existían pocas opciones de entretenimiento, o quizá, mejor dicho, de distracción ; la población inmersa en una rutina en la que reinaban el trabajo, el templo, la escuela y párele de contar. Nada que ver con el Aguascalientes de hoy: ajetreado, ruidoso, vertiginoso, una ciudad en la que vamos de una celebración a otra, sin parar… Tal vez, si Correa escribió eso de “la emoción un año esperada”, habría que inferir que, dadas las pocas opciones que existían, la gente esp

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