Arequipa despidió a uno de sus hijos más ilustres. José García Calderón Bustamante (1922–2025), aquel joven alcalde que convirtió la tragedia del terremoto de 1958 en una lección de esperanza, partió dejando tras de sí una ciudad que aún respira su obra. Apenas cinco días después de asumir el cargo, el 15 de enero de 1958, la tierra tembló con furia y la Ciudad Blanca quedó herida. Pero él no se rindió: se arremangó la camisa y, entre polvo y ruinas, lideró la reconstrucción más emblemática del siglo XX arequipeño.

Su legado no se limitó a los ladrillos. García Calderón entendió que reconstruir también era sanar el alma colectiva. Creó la Ciudad Mi Trabajo en Socabaya para dar hogar a los damnificados, restauró casonas coloniales como el Palacio de Goyeneche y el Molino Blanco, y promovió

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