No es fácil ponerse en el lugar de alguien que ha vivido en la frontera que separa a Afganistán de Irán, acercarse a una identidad difusa en la que se mezclan y confunden lenguas, tribus, tradiciones o recetas pero donde la realidad está determinada por ser uno de los rincones más castigados del planeta . Más allá del conflicto y el desprecio siempre latente entre los dos países, solo en los últimos 50 años esa zona ha visto unas dosis inusitadas de violencia y terror provocadas por la invasión soviética (se calcula que, solo esta, causó alrededor de un millón de muertos), la rebelión de los muyahidines, la revolución iraní y el advenimiento de los ayatolás, el régimen talibán, la invasión por parte de EE.UU. y sus aliados y, desde hace cuatro años, el regreso al poder de los talibanes.

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