Las calles de Los Ángeles se tiñeron de azul y blanco bajo un sol de noviembre que parecía brillar solo para ellos. Shohei Ohtani, Mookie Betts, Yoshinobu Yamamoto y el resto de los Dodgers viajaron sobre autobuses descapotables frente a una marea humana que coreaba “¡Let´s Go Dodgers!”, celebrando el segundo campeonato consecutivo del equipo y el comienzo declarado de una dinastía.

Una ciudad rendida ante su equipo

Desde temprano, las avenidas del centro se convirtieron en una extensión del Dodger Stadium. En cada esquina ondeaban banderas, pancartas con las letras “B 2 B” y camisetas que resumían el sentimiento colectivo: “Arruinemos el beisbol”, haciendo referencia a la famosa frase del manager Dave Roberts.

El desfile culminó en el estadio, donde más de 50 mil aficionados cantaron j

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