Se multiplican los signos de que Dios está de vuelta en Occidente, que, después de mayo del 68, parecía abocado a una apostasía general. Parece que el proyecto ilustrado del materialismo, firmado por Marx, Freud y Nietzsche, que proclamó la muerte de Dios, ha fracasado o está a punto de fracasar. Lo mismo que el socialismo, sucedáneo del cristianismo. De unos años a esta parte, hay una reacción vigorosa, encabezada por las nuevas generaciones, en busca de la espiritualidad perdida y de los valores arraigados en el cristianismo: principios morales estables, compasión, familia, trascendencia, oración, comunidad... La abrumadora soledad digital, el vacío moral del laicismo, la inseguridad existencial, la crisis masculina, el ruido agobiante de la publicidad, la pérdida del sentido de la vida

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