Tal vez haya quien nos diga que somos muy exigentes por parecernos poco un empate fuera de casa, sobre todo para un equipo que hasta ahora no había logrado puntuar a domicilio –era el último que quedaba por lograrlo en la Liga y sigue siendo el que menos puntos ha logrado fuera–, pero la sensación que nos deja el 0-0 en Oviedo es de una propuesta escasa, de oportunidad perdida, de golpe no dado sobre la mesa, de distancia demasiado corta sobre un descenso que llevábamos unos cuantos años mirando desde una prudente distancia. Tan poquitas ocasiones para marcar y sin librarnos de varios sustos de un anfitrión llamado a sufrir mucho para lograr la permanencia. Algo no fluye como debería, y a los ratos de resolución le siguen otros de dudas, de titubeos que permiten crecerse al adversario, tom

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