Abdoulaye aparece en esta entrevista caminando entre todos los pasajeros de la estación de autobuses de Santiago. Nos cita en la cafetería, que está cerca de su casa. No viste diferente a un chico de su edad, de 26 años, y tiene un semblante tranquilo, aunque pronto descubriremos que por dentro alberga una carga posiblemente insoportable para cualquier persona.

El joven es uno de los cientos de refugiados de Malí que llegaron a Galicia el pasado verano. Su travesía fue un camino en la oscuridad, guiado únicamente por una fuerza inexplicable que no le abandonó: ni cuando mataron a su familia, ni cuando lo esclavizaron, ni cuando pasó once días al borde de la muerte en una patera.

«Mi país está en guerra desde que lo recuerdo, no hay ningún tipo de esperanza», empieza el refugiado. Desde 2

See Full Page