La danza y su música emergieron con una puesta en escena tremendista. El Mandarín maravilloso , como señalaba Bartók: «Será una música diabólica. El preludio antes de que se levante el telón será muy breve y creará una asociación sonora con el infierno. De esta manera, el público será introducido en la guarida de la monstruosa metrópolis». Efectivamente, un poeta nos introduce en la escena, a modo de prólogo, para comenzar en las nocturnas afueras de la urbe, donde tres hombres fuerzan a una joven para que se prostituya. El primer encuentro es horrendo, en el segundo encuentra inesperada ternura, en el tercero halla una fascinante mirada que encandila y parece animar a redimirse a todos, pero el joven es atacado y muere entre los brazos de la muchacha. El amor, sin embargo, traspasa vict

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