Para Heidy Melissa Bautista, docente de Ingeniería Industrial, Universidad de América, Vivimos en una era marcada por la saturación informativa y la distracción permanente. Entre pantallas, notificaciones y estímulos, la atención se ha convertido en un bien escaso, y con ella, la confianza. Hoy creemos en lo que se presenta con suficiente naturalidad visual o emocional, sin detenernos a cuestionar su origen o veracidad. Así, los datos, la información y hasta el dinero circulan como monedas invisibles del siglo XXI. Pero quizás la más valiosa —y la más frágil— sea la confianza.
Cada acción cotidiana, desde interactuar en redes sociales hasta dejar que un algoritmo decida qué leer o qué comprar, implica un acto de confianza. Sin embargo, confiamos no porque estemos seguros, sino porque no t

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