El Museo del Prado ha vuelto a mirar al cielo barroco. Este martes ha presentado la nueva instalación permanente de la Capilla Herrera , una recreación arquitectónica que permite contemplar los frescos de Annibale Carracci (1560–1609) en una disposición muy similar a la original de la iglesia de Santiago de los Españoles de Roma , hoy desaparecida.

La propuesta -una estructura en forma de cúpula con pechinas- devuelve a estas obras su sentido espacial y narrativo, permitiendo apreciar cómo fueron pensadas por el maestro italiano: vistas desde abajo, rodeando al espectador y bañadas por una luz que realza su monumentalidad.

Los frescos, que narran episodios de la vida de san Diego de Alcalá , fueron ejecutados entre 1602 y 1605 por encargo del banquero palentino Juan Enríque

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