Los pendrives han pasado de ser herramientas imprescindibles a convertirse en reliquias tecnológicas, desplazadas por sistemas más modelos, veloces y seguros, y regaladas a usos cada vez más puntuales, como el servicio de la nube.

El auge de las memorias USB coincidió con una etapa en la que el resto de opciones para trasladar archivos resultaban caras o poco accesibles.

La llegada de estos pequeños dispositivos logró resolver problemas que tanto los disquetes como los CD no podían superar.

A medida que los pendrives pierden relevancia, surgen alternativas más avanzadas y versátiles. Los discos SSD externos encabezan la lista de reemplazos: permiten manejar grandes volúmenes de información con velocidades muy superiores a las de los pendrives tradicionales.

Otro recurso en auge son las

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