En química solemos hablar de enlaces y de geometrías. Pero existe una capa aún más profunda y, a menudo, más determinante, la topología. Dos moléculas pueden tener la misma fórmula y las mismas conexiones covalentes y, sin embargo, pertenecer a arquitecturas distintas si su entrelazamiento espacial es diferente.

En ese territorio aparecen los knotanos, es decir, nudos moleculares, arquitecturas en las que una sola hebra molecular se cruza consigo misma y queda literalmente anudada, sin posibilidad de deshacer el nudo sin romper enlaces. No es un detalle estético, es una propiedad que se conserva bajo cualquier deformación continua, tan fundamental como la composición o la estereoquímica.

¿Cómo se logra un nudo a escala molecular? La respuesta combina autoensamblaje dirigido y química de

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