Eiza apareció con un diseño de silueta entallada que abrazaba su figura con elegancia, pero sin perder frescura. Las mangas abullonadas daban ese toque romántico que tanto se asocia con el estilo de Carolina Herrera —la casa que dirige Wes Gordon—, y el color… bueno, era un rojo intenso, de esos que no se olvidan.
El vestido tenía ese equilibrio perfecto entre fuerza y feminidad, no necesitaba más adornos, solo unas sandalias doradas de tiras finas y un bolso metálico a juego que reflejaban las luces de la ciudad. Eiza sabía exactamente qué se vistió como quien sabe que está a punto de brillar, pero sin pretenderlo demasiado.
Su maquillaje natural , con labios nude y un delineado muy suave, fue la elección perfecta para dejar que el rojo hablara por sí mismo. El cabello suelto,

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